La madre de las niñas falleció en un incendio, tras lo cual el padre aprovechó para someterlas. La denuncia fue radicada en abril de 2019, cuando las víctimas tenían 11 y 7 años. El testimonio de la más pequeña fue clave para la acusación
“Me pegaba, me mordía y a B. le violaba. Le hacía lo que hacen los grandes, que no tienen ropa y están en la cama. Me mandaba a jugar afuera mientras violaba a mi hermana, y conmigo también hizo lo mismo”. El relato de la pequeña, entonces de 7 años, conmovió a quienes observaron la grabación de la Cámara Gesell.
La violencia estuvo presente desde los primeros años de vida de las niñas, luego falleció su madre y se agudizó el calvario. Las dos pequeñas quedaron bajo el absoluto control del padre y en el interior de su propia casa padecieron horrores.
En abril de 2019, la mayor de las hermanas -entonces de 11 años- fue derivada al Hospital Madariaga de Posadas por una severa hemorragia vaginal y el infierno salió a la luz.
Hoy, F. O. (61) fue sentenciado a 17 años de cárcel por los delitos de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo y abuso sexual simple agravado por el vínculo, ambos reiterados, en perjuicio de sus hijas de 11 y 7 años, respectivamente.
La condena del Tribunal Penal Uno de Oberá se dio en consonancia con el pedido de la fiscal Estela Salguero, quien subrayó que las niñas fueron víctimas de violencia física, psicológica y sexual.
Por su parte, el acusado negó su responsabilidad y dijo que la hemorragia que presentó la nena más grande fue producto del supuesto abuso de un joven de 17 años de la zona donde residían, aunque ni siquiera supo precisar su nombre.
“Estoy preso inocentemente”, fue lo último que dijo antes de escuchar la sentencia. Tras el fallo adverso vociferó su enojo, lo que no impidió que lo esposen y trasladen a la Unidad Penal II de Oberá, donde está alojado desde hace dos años.
La acusación
En su alegato, la titular del ministerio fiscal precisó que la denuncia contra F. O. fue radicada en abril de 2019 por una licenciada en Trabajo Social luego que B. O. (de 11 años) fue internada.
La menor se hallaba en muy mal estado general, estaba anémica, pálida y con taquicardia, ya que hacía más de una semana que se encontraba en ese estado y no recibía asistencia. “Hasta que su progenitor la llevó al hospital local por una hemorragia vaginal y luego fue trasladada al Madariaga de Posadas”, precisó.
En hecho se registró en una localidad cercana a San Vicente, cuyo nombre se reserva a favor del resguardo de la identidad de las víctimas, al igual que el nombre los involucrados.
Por el aporte de vecinos se determinó que el progenitor solía encerrarse en la casa con su hija más grande y dejaba afuera a la más pequeña durante horas.
También mencionaron que no dejaba de las nenas salgan solas, las llevaba y buscaba de la escuela, cuando en la colonia es normal que los chicos hagan solos dicho trayecto diario.
“Una tía contó que la más chica tenía comportamientos raros para la edad, que la llevó a bañar y se tocaba las partes íntimas, la tía le preguntó porque hacía eso y la nena le contestó: ‘porque mi papá me hacía eso’. También dijo que en una oportunidad vio a su papá arriba de su hermana”, indicó Salguero.
Siempre según el testimonio de la nena más chica, al preguntarle por una herida en una mano contó que el papá la lastimó porque robaba comida porque él comía primero y si sobraba les daba a ellas.
“Mi papá es malo”
En su declaración en Cámara Gesell, la hermana mayor “evidenció actitudes propias de una criatura abusada: estaba temerosa, angustiada, dolida. No le contó a la psicóloga sobre los abusos, le dijo: ‘no me gusta hablar de eso’. Asumió una postura defensiva, según el informe de la psicóloga”, subrayó la fiscal.
Incluso, ante su reticencia a reconocer el hecho le consultaron porque tuvo un sangrado tan profuso, a lo que respondió: “Mi papá me dijo que la hemorragia fue porque me mojé la cabeza”, dando a entender que fue inducida a decir eso, según Salguero.
“Hoy la menor vive con una tía que contó que si se le preguntan sobre los hechos puede llegar a pasar dos días encerrada”, agregó.
La fiscal también mencionó que en general los abusos sexuales se concretan sin testigos, pero en este caso la nena más chica dijo que vio cuando su papá violaba a su hermana.
“Me pegaba, me mordía y a B. le violaba. Le hacía lo que hacen los grandes, que no tienen ropa y están en la cama. Me mandaba a jugar afuera mientras violaba a mi hermana, y conmigo también hizo lo mismo”, mencionó la pequeña, aunque Salguero aclaró que no fue desflorada.
Y continuó citando a la nena: “Los vi por la ventana y me dio mucho miedo. Fueron muchas veces. Después ella (por su hermana) se puso enferma y estuvo internada. No lo extraño a mi papá. Mi papá es malo. Me maltrataba a mí y a mi hermana”.
Salguero remarcó que luego de la trágica muerte de la progenitora, el padre y las hijas “vivían solos y las podía dominar. No tengo dudas de que los hechos ocurrieron. Ejercía violencia física, psíquica y sexual sobre sus hijas”, por lo que pidió la pena de 17 años de prisión.
La defensa
En su alegato, el defensor oficial Matías Olivera reconoció que F. O. demoró una semana en llevar al médico a su hija que tenía una hemorragia. “Pero la llevó”, enfatizó.
Luego argumentó que el origen del mal de la menor habría sido por “complicaciones físicas con la menstruación. Ella misma dijo que había sido la segunda vez que le vino”.
También reconoció que su cliente ejercía violencia sobre su familia, como se corroboró por denuncias previas de la progenitora de las nenas, aunque opinó que “la violencia no siempre implica abuso”.
“En la historia clínica de B. no hay lesiones ni signos de abuso, sí desfloración de larga data. En Cámara Gesell negó que su papá la violó. ‘Mi papá no abusó de mí’, dijo. En ningún momento B. cambió su discurso. A la tía con la cual vive le sigue negando el abuso, siendo que el padre está preso”, señaló Olivera.
Por ello, consideró que “se pretende forzar un relato que no es tal”.
Sobre el aporte de la hermanita menor, consideró que incurrió en contradicciones y que su declaración fue inducida. “Mi tía me dijo que tenía que decir”, citó el letrado respecto a dichos de la menor cuando le preguntaron detalles de lo que había visto.
“La nena dijo ‘hacía lo mismo conmigo’, y no está desflorada. Si el padre la sacaba afuera, cómo veía lo que pasaba adentro”, se preguntó.
En ese contexto, el defensor oficial solicitó la absolución por el beneficio de la duda o en caso contrario, que la pena sea la menor considerando un abuso simple, también por el principio de in dubio pro reo.
De todas formas, el Tribunal avaló el pedido de la fiscalía y sentenció al acusado a 17 años de cárcel.
Perspectiva de género
En su alegato, la fiscal Estela Salguero pidió que “se tenga en cuenta la perspectiva de género”, para lo cual invocó la Convención Belém do Pará, un tratado internacional para “prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer”.
Margarita Linder, defensora oficial en lo Civil, Comercial y de Familia de San Vicente, fue quien al tomar conocimiento de la situación actuó en favor de las víctimas y con una medida de protección de persona las sacó del hogar donde eran violentadas.
Las dos niñas estuvieron en hogares convivenciales hasta que la justicia le otorgó la tutela dativa de la más grande a una tía, mientras la hermana está con otra tía bajo idéntica relación legal.
Entre los cinco testigos del juicio se halló la trabajadora social Selva Mazo, quien alertó los hechos a las autoridades y dio cuenta del temor que los vecinos le tenían al imputado.
Por su parte, un cuñado de F. O. remarcó que “si es culpable que caiga todo el peso de la ley, que sea condenado por lo que hizo. Yo soy cristiano y si están las pruebas, no hay mucho que decir”.
Hasta último momento el debate estuvo en dudas porque el acusado analizó abreviar, es decir reconocer el hecho, aunque finalmente desistió.
(Fotos Cristian Valdez)
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.