En los últimos años, el obispo de la diócesis de Oberá Damián Bitar se convirtió en la voz más potente a la hora de denunciar el avance del flagelo de la droga en la ciudad y pueblos vecinos.
Bitar puso y pone en evidencia los estragos de las adicciones, el poder del narcotráfico y las complicidades. Ojalá más autoridades con peso en sus respectivos ámbitos tuvieran la valentía del obispo, pero la gran mayoría prefiere callar.
En los últimos días, en tanto, monseñor también avanzó en los perjuicios que ocasiona el consumo excesivo de alcohol, droga legal que deriva en tragedias cotidianas.
“Casi todos los días en la provincia muere una persona en accidentes de tránsito. Y nos estamos acostumbrando. Y es poco y nada lo que se hace. Y el número de víctimas y heridos por accidentes, asesinatos, riñas y violencia aumenta día a día. Tristemente, en casi todos los hechos está presente el consumo nocivo de alcohol”, señaló mediante una carta abierta.
En otro tramo subrayó que “el dinero manda. Por eso se vende y se toma a toda hora, y en todo lugar: en las casas, en las veredas y en la calle. Consumen los adultos, los jóvenes y hasta niños. Existen leyes y ordenanzas, que nadie cumple. Nadie controla. Las normas han caído en nuestra sociedad. Por tanto, todo vale… Pero el número de víctimas aumenta. Y el dolor se prolonga en las familias heridas o enlutadas a quienes les toca esta desgracia. Hoy ellos. Mañana podemos ser nosotros”.
Traficantes de muerte
Septiembre del año pasado, Bitar publicó su opinión sobre el avance del narcotráfico y las drogas. Aquí parte de aquel texto:
“Que nadie lo dude: el narcotráfico y las adiciones son una verdadera pandemia que disemina su virus infeccioso en nuestras ciudades, pueblos y colonias. La cepa circula por todas partes, pero da la impresión que no se toma debida cuenta de esta catástrofe humanitaria.
Como le expresé en otra ocasión, la droga no surge por generación espontánea. Alguien la provee. La provee el tenebroso mundo del narco cuyas cabezas se esconden detrás de perejiles y soldaditos o se escabullen ofreciendo jugosos sobornos para seguir traficando con la muerte con total impunidad.
Algo se hace, algo de dice, se han dado pasos…pero es muy poco frente a los tentáculos del narco que sin piedad y por culto al ‘dios dinero’, no tiene escrúpulos en seducir y arrasar vidas humanas como si fueran vasos descartables.
Quisiera unirme a la voz de los padres y madres del dolor, a los consagrados y laicos que ofrecen su servicio recibiendo la vida como viene, para invitar una vez más a los gobernantes de todos los poderes del Estado, a la Policía y las Fuerzas de Seguridad, a redoblar esfuerzos para neutralizar el narcotráfico, a disponer los medios necesarios para la atención de quienes requieren internación, a promover políticas de prevención fortaleciendo la debilitada, pero insustituible institución familiar y a multiplicar espacios de deporte y capacitación para los jóvenes de los barrios más vulnerables”.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.