Los hechos se registraron lunes y jueves en el barrio Oasis. Ramón Delgado cría solo a sus tres hijos y todos padecen diferentes grados de discapacidad. “Lo feo que es que pongan un cuchillo en el cuello a tu nene”, lamentó
Solía escucharse que hay ladrones con “códigos”, que no se roba a los vecinos y menos si hay menores solos. Pero eso no pasa en el barrio Oasis de Oberá, donde en sólo cuatro días los mismos delincuentes asaltaron dos veces la casa de Ramón “Moncho” Delgado (61), padre de tres chicos con discapacidad.
Los delincuentes fueron identificados pero siguen libres. Son cuatro jóvenes del mismo barrio y todos con antecedentes. Impunidad al mango.
Ambos hechos se registraron en horas de la tarde, momentos en que Delgado no estaba en su casa, sí sus tres hijos, dos de los cuales padecen retraso madurativo (Alejandra de 17 y Matías de 14) y uno síndrome de Down (Nelson de 11).
El hombre cría solo a los menores, ya que la progenitora los abandonó hace ocho años y nunca más se interesó por ellos.
“Esto así no es vida. No puedo salir de casa porque entra cualquiera y hace lo que quiere. Plata no llevaron, pero rompieron cosas por maldad”, lamentó quien también padece un grado de discapacidad, puesto que nació con pie bot, condición que afecta la posición del pie y ocasiona dolor.
“Pedían plata”
En el barrio todos aprecian a Moncho Delgado, conocen su historia de esfuerzo y saben de la dedicación que tiene para criar a sus tres hijos.
“A la mañana los chicos van a la escuela especial y yo aprovecho para hacer alguna cosa en la casa. No puedo salir porque entran y roban lo que haya. Tampoco tengo más la olería porque me robaron la bomba y hasta el caballito. Así de fea está la cosa acá”, lamentó.
Contó que percibe una pensión por discapacidad de 23 mil pesos y cobra el salario universal por sus tres hijos, mientras que se halla en gestiones por las correspondientes pensiones, trámite que marcha lento por la burocracia del sistema.
“Capaz los chorros piensan que cobro un montón de plata, pero en realidad apenas da para comer. Y comemos porque también planto y crio algunos animales. Yo no me quedó sentado”, subrayó.
Fue así que el lunes por la tarde, cuando sus chicos ya estaban en casa, tomó su bicicleta y enfiló por ruta 14 hasta el súper donde consigue los mejores precios.
Al regresar a su casa encontró a los menores llorando, temblorosos por la situación vivida.
Precisó que “eran cuatro tipos con la cara tapada, tenían cuchillos y machetes, y pedían plata. Revolvieron todo, pero no encontraron nada y se fueron”.
“Los chicos avisaron a una vecina y me llamó cuando justo estaba por pagar la mercadería. ‘Entraron a robar a tu casa’, me dijo. Ahí me desesperé, pero por suerte encontré un conocido y me trajo en el auto hasta casa”, detalló.
Tierra de nadie
Ese día llamaron insistentemente a la Policía, comentó Delgado y sus vecinos lo ratificaron, pero la autoridad no acusó recibo. La zona es jurisdicción de la Seccional Cuarta de Oberá.
En tanto, como el lunes la compra quedó inconclusa y en la casa ya casi no quedaba nada para comer, el jueves Delgado decidió volver al supermercado, sin imaginar que los delincuentes también volverían a su domicilio.
En tal sentido, señaló “se ve que están todo el tiempo pendiente de si salgo para hacer su maldad. Lo que más bronca me da es que se aprovechan de las criaturas. El jueves volvieron y estaban más locos, si hasta le pusieron el cuchillo en el cuello a Matías, pobrecito. ‘Dónde está la plata de tu papá’, dice que gritaban”.
Y se preguntó: “No sé en qué cabeza cabe, no sé si andan tan drogados que piensan que puedo tener mucha plata. Imagínese lo feo que es que pongan un cuchillo en el cuello a tu nene”.
Recordó que hace un par de años un grupo de personas solidarias lo ayudaron a mejorar su casa porque él y sus hijos vivían en condiciones muy precarias.
“Si no fuera por esa gente de Dios, nosotros estaríamos viviendo en un ranchito. Tenemos una linda casita porque nos ayudaron, no porque tengamos plata”, remarcó. Visiblemente angustiado por la sucesión de hechos, opinó que por la descripción los malvivientes serían del mismo barrio, aunque todos tenían los rostros cubiertos.
Vivir con miedo
Además del daño material que implicó cada uno de los hechos, mencionó que lo que más le duele son las secuelas que puedan arrastrar sus hijos.
“Los chicos están con mucho miedo, no quieren que me despegue de ellos. Para colmo, el jueves la Policía vino pero no buscaron mucho. Yo le mostré por dónde viven esos delincuentes, pero me contestaron que ellos saben qué hacer”, mencionó.
Asimismo, indicó que los recientes hechos no son aislados, ya que tiempo atrás le robaron un caballo y una bomba de agua, imprescindibles para el funcionamiento de su olería, por lo que perdió una fuente de ingresos.
“Los ladrillos dan mucho trabajo, pero con eso ganaba algo más de plata para mantener a mis hijos. Hasta que me robaron y no pude hacer más. Tampoco puedo salir a buscar changas porque entran a mi casa. La verdad que tengo miedo, sobre todo por mis hijos”, reconoció preocupado.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.