“Me hice el muerto para que deje de pegarme o mi hijastro me mataba ahí”

Don Mario De Olivera tiene 81 años y sufrió múltiples fracturas en brutal ataque a garrotazos por parte de su hijastro. Aseguró que el agresor le robó plata y quiso sacarle la tarjeta, pero se resistió y casi pagó con su vida. Ocurrió el domingo en Sección Décima, Campo Ramón

Don Mario De Olivera (81) pidió disculpas porque no oye bien. “Cosa de la edad y los garrotazos”, enumeró mientras se sentaba con evidente dolor sobre una tora de madera ubicada en el centro del patio de tierra de su humilde vivienda.

Apenas 24 horas antes sufrió una brutal golpiza por parte de uno de sus hijastros, quien sólo habría dejado de pegarle con porque creyó que el jubilado estaba muerto.

El detalle de las lesiones que padeció grafican la crueldad de la agresión: fracturas de mano izquierda, antebrazo derecho y rodilla izquierda, además de excoriaciones en diferentes partes del cuerpo.

Una pesada raíz convertida en garrote fue el arma utilizada por Luis Miguel Pinheiro (42), detenido desde el último domingo e imputado por homicidio en grado de tentativa.

“Me hice el muerto para que deje de pegarme o mi hijastro me mataba ahí”, aseguró De Olivera en la víspera, todavía conmocionado y adolorido.

Los detalles del caso son estremecedores, ya que el octogenario habría estado retenido contra su voluntad durante varios días en la casa de Pinheiro, en la localidad de Campo Ramón.

Según el testimonio de la víctima, su hijastro lo retuvo hasta que cobró sus haberes, el viernes pasado, para luego quitarle toda la plata. Pero no sólo eso, puesto que en los días previos lo llevó a la Municipalidad para averiguar sobre la situación de la chacra donde habita, en la Sección Décima, Campo Ramón.

“Me robó mi plata y se quería quedar con mi tarjeta, por eso el domingo tempranito me levanté y salí a pie para la chacra. Pero se ve que él me siguió y me atacó por el camino”, relató.

Don Mario evidencia los rastros del ataque

Brutalidad extrema

Son 25 kilómetros desde el pueblo hasta la chacra de don De Olivera. A poco más de mitad de camino, el agresor lo abordó con un improvisado garrote y lo amenazó para que le entregue su tarjeta de cobro.

El jubilado se negó y fue entonces que sufrió el primer golpe. A pesar de su avanzada edad y desventaja física, se defendió con alma y vida y frenó con los brazos un par de palazos que iban a la cabeza.

“Me atajé unos garrotazos, por eso me lastimó la mano y el brazo, pero cuando me dio en la pierna me tumbó y ahí me dio lazo. Lo único que me quedó fue para hacerme el muerto”, indicó.

Parte de la escena fue presenciada por un vecino, quien dio aviso a la Policía, pero en primera instancia comentó que el anciano estaba malherido, sin precisar el supuesto motivo.

Una vez en el lugar, los uniformados entrevistaron al testigo y este les dijo que momentos antes había llegado un Fiat Uno blanco en el cual cargaron al octogenario, tras lo cual el rodado salió con dirección al pueblo.

Ante la presunción de un delito, la patrulla se puso rápidamente en camino y al arribar al casco urbano de Campo Ramón dieron un coche de similares características estacionado frente al ex edificio municipal, donde se encuentra el único cajero automático del pueblo. Se presume que Pinheiro pretendía vaciar la caja de ahorro de su padrastro.

En el lugar, los uniformados procedieron a identificar al citado y notaron que en el interior del auto se hallaba un hombre mayor con evidentes signos de estar muy lesionado.

“Siempre fue jodido”

En un primer diálogo con los policías, Pinheiro dijo que el jubilado había sido atropellado por un coche que se dio a la fuga y lo dejó abandonado.

Contrario a ello, apenas pudo el damnificado contó que su hijastro lo golpeó brutalmente con un garrote hasta dejarlo casi inconsciente. Ante tales dichos, inmediatamente el sospechoso fue detenido y puesto a disposición de la justicia.

En tanto, De Olivera fue trasladado al Hospital Samic de Oberá para curaciones y estudios de rigor, tras lo cual radicó la correspondiente denuncia. Además de las lesiones, también mencionó que el agresor lo amenazó de muerte.

En el lugar del hecho y a partir de los dichos de la víctima, personal policial secuestró una pesada raíz que habría sido utilizada para golpear al octogenario.

El garrote usado para la agresión

El testimonio de De Olivera y del citado vecino serían claves para esclarecer el hecho, ya que el segundo -indagado por la Policía- habría reconocido que vio parte del ataque, aunque en un primer momento tuvo miedo de mencionar los detalles. El mismo domingo el jubilado recibió el alta y regresó a su casa.

Daniel De Olivera (25), hijo del damnificado, contó que la semana pasada su papá se dirigió a Campo Ramón para cobrar y, de paso visitar a Pinheiro.

“Ellos se llevaban bien, aunque habían tenido otras agarradas. Como mi papá no volvía, fui hasta Campo Ramón y el otro (por Pinheiro) me corrió a machetazos. Le encerró a mi papá y no quería que hable con nadie. Le tenía secuestrado”, aseguró.

Por su parte, Elvira Pinheiro (65), concubina de la víctima y madre del acusado, confió “ese mi hijo siempre fue jodido. Él quiera plata, pero no sé si trabaja. Mi marido le crio, pero ni así respetó”.

“Si la Policía tardaba, le hacía desparecer a papá”

Ayer al mediodía, varios vecinos se acercaron a visitar a don Mario De Olivera. No podían creer que alguien se ensañe así contra un hombre mayor, menos con él, tan querido y respetado por todos en la zona.

Según Elvira Pinheiro, la chacra donde residen es propiedad de ella y su concubino. Se trata de un puñado de hectáreas situadas en Sección Décima, un área pedrogosa no muy apta para el cultivo y que contrasta con las chacras linderas.

En ese contexto, De Olivera siempre trabajó como peón para los vecinos. La pareja tuvo seis hijos, mientras que la mujer tiene dos de una relación previa.

“A mis hijos más grandes les crio él”, dijo señalado al octogenario, al tiempo que lamentó el desenlace del domingo.

“Para una madre es feo tener un hijo preso, pero si hizo macana, que pagué. Yo tengo otro hijo que estuvo preso, pero la mayoría salieron bien y trabajan”, destacó.

Actualmente, en la chacra residen los padres y tres hijos, todos mayores, uno de los cuales padece cierto grado de discapacidad mental.  

Las carencias a la vista en la casa de don Mario

Las necesidades saltan a la vista, al punto que no hay sillas y se sientan en toras de madera. Cocinan y calientan el agua para el mate en un tizón en el suelo.

Ante ese complejo panorama, la jubilación del padre cobra importante relevancia en la economía familiar. En el lugar no hay cobertura de celular y el almacén más cercano se ubica a 15 kilómetros.

En tanto, a pesar de que la comisaría de Campo Ramón se halla a 25 kilómetros, el domingo la patrulla acudió rápidamente y luego ubicaron al sospechoso y su víctima.

“Si la Policía tardaba, le hacía desparecer a papá. Pero gracias a Dios vinieron rápido y le encontraron todavía vivo”, opinó Daniel De Olivera.  

En el caso por homicidio en grado de tentativa interviene el juez de Instrucción Uno de Oberá, Pedro Piriz.

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