Pedro Peczak fue asesinado por los genocidas de la última dictadura. Un verdadero un mártir de las históricas reivindicaciones de los colonos misioneros. “Mataron a Pedro porque era el personaje político gremial más grande de Misiones”, opinó Eugenio Kasalaba, compañero de luchas de Peczak
En la primera mitad de los 70, Eugenio Kasalaba acompañó a Pedro Oreste Peczak en el Movimiento Agrario de Misiones (MAM), por eso conoce la historia de primera mano. Pero no sólo eso, sino que tiempo después del brutal asesinato de su compañero a manos de los genocidas de la última dictadura, Kasalaba formó una familia con Matilde Zurakoski, viuda de Peczak, la cual también fue víctima de secuestro, tortura e indescriptibles vejaciones.
Por ello, esta es una historia de persecución, horror y muerte; y aunque pueda parecer contradictorio, al mismo tiempo es una historia de resistencia, amor y vida.
Hoy, a los 78 años y a pesar de algunos achaques de la edad, Kasalaba sigue activo y luchando por lo que cree: una sociedad más justa para todos.
Y en ese camino, la figura de Peczak sobresale como un mártir de las históricas reivindicaciones de los colonos misioneros, no sólo porque lo mataron, sino porque pudiendo escapar no lo hizo y eligió quedarse y luchar.
“Pedro pudo haberse escapado al Brasil, pero prefirió morir por sus ideales. Su hermano Enrique le había preparado gente de la costa que tenía familiares en el otro lado y lo iban a llevar para que esté seguro, pero no se quiso ir”, subrayó con emoción.
La dictadura cívico militar comenzó el 24 de marzo de 1976 y ese mismo día una comisión policial fue tras Pedro Peczak, aunque recién lo capturaron el 23 de noviembre del mismo año. Menos de un mes más tarde, 17 de diciembre, entregaron el cadáver a la familia.
“Mataron a Pedro porque era el personaje político gremial más grande de Misiones. Lo mataron para generar miedo en la población y lo lograron, porque hay gente que hasta ahora tiene miedo”, subrayó Kasalaba.
Ocho meses en el monte
Por su militancia política, Pedro Peczak estuvo en la mira de los militares desde el minuto cero.
El 24 de marzo del 76, bien temprano, el dirigente llevó a su concubina Matilde Zurakoski hasta la casa de sus padres en Panambí y de ahí se dirigió solo a Oberá para sondear el panorama.
En ese lapso, efectivos policiales llegaron hasta el domicilio de la familia Zurakoski y comenzó la pesadilla. Entraron rompiendo todo a su paso en busca de Peczak. Golpearon y amenazaron.
Preguntaron quién era Matilde, y su padre improvisó: “Es una sobrina de Alem”. Eso la salvó por un tiempo.
Todos sabían que esa casa no era segura para ella, por lo que se refugió unos días en un improvisado altillo en un galpón de familiares de la zona. Luego Pedro la mandó a buscar y se unió a él en la clandestinidad.
“Los milicos lo buscaron a Pedro durante ocho meses y no lo ubicaban, pero caía gente que lo protegía. Un día descubren que Enrique (Peczak, su hermano) le abastecía de comida en el monte y lo metieron preso. Recién lo liberaron al final de la dictadura. A mi hermano y mi cuñada también los detuvieron y torturaron durante dos días porque lo ayudaron. Muchos cayeron por darle protección y llegó un momento en que nadie quería ayudarlo”, lamentó Kasalaba.
Según lo que más tarde le contó la propia Matilde, de marzo a noviembre la pareja recorrió a pie toda la zona Centro de la provincia, haciendo base en el valle de Cuña Pirú, donde al final se alimentaban con frutas del monte.
Fue así que en un momento decidieron probar suerte y se dirigieron hacia Panambí, a la casa de los padres de ella, para lo cual caminaron siete noches, ya que de día se escondían.
Captura y martirio
Cuando llegaron, la mamá de Matilde les dijo que la Policía todavía los buscaban y que todo el tiempo irrumpían en la casa. También su padre Eduardo Zurakowski estaba desaparecido.
Entonces hicieron un ranchito en el monte y a la media noche se escabullían a la casa para comer y regresaban al refugio. Lo que no sabían era que un vecino era soplón de la Policía y le tendieron una trampa.
Sólo así pudieron detener a la pareja, ya en la madrugada del 23 de noviembre, cuando los emboscaron en la casa paterna de Matilde.
En primera instancia la pareja fue trasladada a la comisaría de Los Helechos y comenzaron los suplicios.
Con una mueca de tristeza, Kasalaba mencionó que “ahí torturaron a Pedro y violaron a Matilde. Luego los trasladaron a la Primera de Oberá, donde la volvieron a violar a ella, pero esta vez delante de Pedro”.
“Al otro día, ella me contó que los ataron a los dos en el mástil del Centro Cívico con un cartel que decía: ‘Los terroristas más buscados de Misiones’. Después los separaron y Matilde nunca más volvió a ver a Pedro”, agregó apesadumbrado.
Peczak fue trasladado al Regimiento de Infantería de Apóstoles, donde padeció las peores torturas, según otros detenidos que sobrevivieron.
“Inventaron que se escapó y protagonizó una balacera con los milicos. Tenía la cabeza destrozada, no hay palabras para lo que le hicieron”, lamentó su amigo.
Recordó que en un año antes, en el 75, Peczak fue candidato a vicegobernador del partido Auténtico y casi lograron tres bancas en diputados; pero a su entierro asistieron 20 personas, por el temor que reinaba.
Por eso hoy, ante ciertos avasallamientos, Kasalaba instó a comprometerse para no perder derechos que costaron tanto. Lo respalda su historia de resiliencia con Matilde: un hijo y tres nietos los celebran.
Fuerte crítica al presidente Milei
“Creo que vamos para atrás y estoy preocupado por eso. Llegó Milei hablando de la casta, pero echan a 800 personas de la Secretaría de Agricultura de Nación. Ahora están dejando afuera a miles y lo van a seguir haciendo. Lo único que le importa es tener una buena imagen en el fondo monetario”, expresó Eugenio Kasalaba.
Agregó que el modelo que está implementando el presidente “se parece mucho al gobierno de Menem, que vendió el estado. Macri quiso hacer lo mismo, pero estuvo sólo cuatro años. Y esta es una copia empeorada para fundir la Argentina”.
En otro punto, cuestionó que “la vicepresidenta reivindica a la dictadura militar y eso es muy peligroso. Dicen que no fueron 30 mil desaparecidos, pero yo creo que son más. Enrique (Peczak) contaba que en los vuelos de la muerte ponían los pies de las víctimas en baldes con cemento para que los cuerpos no floten, porque primero no lo hacían y muchos cadáveres aparecieron flotando en Uruguay. A Enrique le hicieron simulacros, lo subieron tres veces al avión y vio cómo tiraban gente”.
“Tampoco me sorprendería que el 2 de abril (Diana) Mondino (ministra de Relaciones Exteriores) pida disculpas a Inglaterra”, opinó.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.