Ingeniero, docente, investigador universitario, ex atleta olímpico… a poco de cumplir 83 años, Eric Barney respondió 5 preguntas y la yapa. Hoy lo moviliza la creación de Centro Demostrativo de Energías Renovables de Misiones para capacitar a los colonos
Se entusiasma tanto al mencionar sus grandes obras, como el proyecto Arroyo Tigre que durante años abasteció de energía eléctrica a la Facultad de Ingeniería de Oberá, al igual que aquellas más humildes pero trascendentales para el entorno para el cual fueron pensadas, como una cocina a leña con múltiples aplicaciones que diseñó para la comunidad mapuche.
Camina, se agacha, alza una pesada tapa de hierro. Ágil, lúcido, inquieto. Y claro, para él se aplica esa teoría que dice que “el músculo tiene memoria”, lo que en su caso sería hasta lógico por tratarse de un ex atleta olímpico.
A días de cumplir 83 años, Eric Barney sigue proyectando, haciendo y soñando. Su historia es amplia y heterogénea, imposible de encasillar. Fue deportista de elite internacional y docente e investigador universitario; como también referente del desarrollo y difusión de energías renovables en la provincia, defensor a ultranza del medioambiente, activista social y productor de yerba mate orgánica, entre otras facetas de su rica vida.
Hace rato que está jubilado, pero sigue trabajando en su chacra de Oberá, donde guarda sus trabajos, al tiempo que alterna su residencia con la ciudad de Posadas.
Hoy lo moviliza el proyecto del Centro Demostrativo de Energías Renovables de Misiones (CDERM), un espacio pensado para desarrollar y promocionar el uso de energías renovables que contribuyan al progreso socioeconómico de la región.
También apuntala la idea de fabricar alcohol para el uso de motores, algo que en Brasil está muy extendido, por ejemplo. Polifacético y apasionado, el gran Eric Barney respondió 5 preguntas y la yapa.
¿Cómo nace su interés por las energías renovables?
De chicos íbamos a una chacra de un sueco que tenía una turbinita hecha por él, todo de madera y chapas, y tuvo luz 20 años. Siempre miraba eso y me quedaba azorado porque el arroyito le daba la luz. Así entendí la importancia que tienen estos recursos y me interesó el tema. Y siempre apunté al pequeño colono con cosas que le ayudan a mejorar su vida. Hace un tiempo reactivamos una microturbina en un salto en Colonia Guaraní y ahora los chicos pueden mirar tele en la casa, pero antes tenían que caminar dos kilómetros; y la señora puede usar el lavarropas. Esas cosas me inspiran para seguir.
Cuénteme del proyecto del Centro Demostrativo de Energías Renovables…
Es un espacio donde abordar lo que es energía hidráulica, energía solar, biomasa y energía eólica. Es importante contar que el ahorro y el mejor uso de la energía implican una disminución del impacto sobre el medio ambiente local y global, y una menor presión sobre los recursos energéticos no renovables. Pero por ahora es un proyecto y falta la financiación. Si aparece alguien que le interesa va a salir; si no, seguirá como un proyecto. Lo único que puedo hacer es difundir mi conocimiento y mis ideas. Pensaba hablarle al gobernador Passalacqua. Fijate que esa placa solar que tengo ahí (en el techo de su casa) me regaló Passalacqua, creo que cuando era ministro de Educación. Yo volaba en Bonpland con mi ala delta y pasaba por arriba de una escuelita que tenía el panel solar en desuso, pero cuando fui a pedirla la directora me corrió (contó riendo). Bueno, un día lo veo a Passalacqua, le conté y al tiempito él mismo le trajo con una camioneta. Y sigue funcionando. Sale el sol y me da 7 amperes, y si corta la luz por red, en casa tengo luz por esa placa.
En los años 80 también estuvo viviendo en Canadá, ¿qué experiencias trajo de allá?
A través de la Comisión Nacional de Energía hicimos un convenio para ir mi señora y yo, ella como antropóloga y yo como ingeniero, para aprender con los canadienses que iban a África a enseñarles a los africanos a trabajar con chatarra, que es lo que tenían. Con esa experiencia, por ejemplo, hicimos una cocina a leña que se implementó en los comedores populares en Posadas, con los relocalizados de Yacyretá. Antes las cocineras laburaban a partir de las 6 de la mañana para servir la comida a las 12; pero con nuestro sistema arrancaban a las 9 porque se optimizó todo el proceso, a partir del uso de la leña. Por eso hay muchos aspectos para capacitar y enseñar, desde lo simple que parece hacer fuego, pero de manera que sea más eficiente. Lo mismo con la energía eléctrica, hoy que aumentaron tanto las tarifas, una alternativa son las placas solares.
También estuvo tres décadas enseñando en la Facultad de Ingeniería, donde es muy reconocido…
Fueron 30 años instalando microturbinas. Nosotros éramos responsables de 80 familias rurales en Tarumá, a las cuales les dábamos 40 kilowatios, donde la facultad era la responsable si se quemaba o le pasaba algo. Y esa experiencia se perdió todo. O sea, existe todavía toda la posibilidad, los informes, pero no se implementa. Y lo que pasó cuando yo me fui, es que no hubo continuidad. Entonces me llamaban los chicos de la facultad y me avisaban “los gitanos se están por llevar tu gasificador”, por ejemplo. Entonces lo buscaba y traía a la chacra. Y así fui trayendo todos los fierros y acá tengo todos los elementos de energía renovable que pueden mejorar la vida de un colono.
El 10 de mayo cumplirá 83 años y se lo ve con muchas ganas de seguir haciendo. ¿Qué lo motiva a esta altura de su vida?
Pienso que la vida me dio la chance de estar bien a esta edad y tengo que aprovechar y hacer las cosas que están pendientes. Para mí es importante compartir la información y aportar a la sociedad, ayudar a los pequeños productores, porque para los grandes está todo servido. Por ahora me siento útil y bien, pero por ahí a los 90 voy a empezar a hablar pavada y será hora de parar (dijo en tono de broma). Me llegaron a decir que soy un genio, pero no lo soy. Sí toda mi vida aprendí y compartí información con grandes maestros y eso es muy bueno. También a mi edad es importante tener una actividad mental, un trabajo, una actividad tuya que ocupe la mente. El trabajo mental es salud, como aprender cosas. Leí por ahí que aprender un idioma retrasa cinco años la aparición de los síntomas del Alzheimer. Y sobre todo hacer lo que a uno le gusta. Si fuera por mí seguiría volando, pero no me dejan. Hace un tiempo tuve un accidente doméstico y ahora me cuidan mucho.
Y la yapa: con toda una carrera como docente e investigador, ¿cómo ve la situación nacional actual con recortes como al Conicet?
Yo creo que si te detenés en todo lo malo nunca vas a hacer nada. Acá hay que prepararse para la crisis que viene y pienso que muchas cosas que planteo pueden ser una solución a la crisis. Entonces, pienso es que por más que todo esté podrido, hay que pensar que algún día el sol volverá a salir. En mi caso aporto ideas y conocimiento, y si mis proyectos ahora no salen, por lo menos ya dejé todo preparado para alguien que en el futuro se interese. Yo me quedo tranquilo porque hice mi aporte para que siga saliendo el sol.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.
Admirable! Para tener en cuenta sus sabias reflexiones.