Juan Ángel Chemes fue asesinado la madrugada del 18 de marzo de 2022. Ayer, el Tribunal Penal Uno de Oberá condenó a prisión perpetua a Julio Alberto de Jesús Chemes, uno de los 15 hijos de la víctima. Luego de la sentencia el imputado se negó a saludar a su madre y al resto de la familia
Ni arrepentimiento ni miedo ni tristeza. Julio Alberto de Jesús Chemes (35) escuchó inmutable la sentencia del Tribunal Penal Uno de Oberá que lo condenó a prisión perpetua por el homicidio de su padre Juan Ángel Chemes (73), perpetrado el 18 de marzo de 2022 en el barrio Londín de Oberá.
Luego, cuando el personal del Servicio Penitenciario Provincial (SPP) le colocaba las esposas, apenas atinó a pedir un cigarrillo.
En la galería contigua a la sala de debates, su mamá Gloria Sanabria se deshacía en llanto, contenida por una de sus hijas. “Sólo le quiero dar un abrazo…”, rogó la mujer desconsolada, a no más de tres metros de donde pasó su hijo escoltado por los guardias.
“No mamá, deje nomás, él dijo que no quiere nada con nosotros”, transmitió otra de las hermanas del condenado.
Una familia atravesada por rencores y dolores sufrió ayer el epílogo de una historia terrible.
Tras dos audiencias de debate oral, el Tribunal conformado por Francisco Aguirre, Horacio Paniagua y Jorge Villalba impuso la máxima pena por el delito de “homicidio agravado por haber sido cometido en perjuicio de su ascendiente”.
Por unanimidad, los jueces avalaron el pedido del fiscal Elías Bys, quien en su alegato solicitó prisión perpetua. Por su parte, la defensa pidió la absolución.
Previo a la sentencia, Chemes volvió a insistir en su inocencia: “No maté a mi papá. No sé por qué estoy acá. No sé por qué mi familia me hizo esto”.
Contrario a ello, para el fiscal el hijo de la víctima “cumplió con lo que venía prometiendo, que era matar al padre. Con las mentiras que dijo en sus declaraciones, considero que Juan Alberto de Jesús Chemes fue el autor. En un acto de desborde, de maldad, mató a su propio padre”.
Se dijo inocente
Juan Alberto de Jesús Chemes fue detenido el mismo día del homicidio de su papá, el 18 de marzo de 2022, ya que desde la propia familia lo apuntaron como sospechoso porque venía teniendo problemas y fuertes discusiones con la víctima.
Pero el entorno íntimo también señaló a quien entonces era la pareja del acusado, Carolina Storch, a su hermano Alejandro Storch (al momento del hecho menor de edad) y a Milagros Chemes, otra hija de la víctima.
Semanas después del hecho, Milagros se auto incriminó con una carta donde dijo que mató a su padre porque había abusado de ella, pero luego se rectificó y dijo que Alejandro Storch la había forzado inculparse. En consecuencia, la justicia no halló elementos para implicarla, como tampoco a los hermanos Storch.
Por su parte, el imputado siempre insistió en su inocencia y en el juicio aseguró que nunca ni siquiera amenazó a su progenitor y dijo que esa versión surgió por “celos” y “envidia”.
“De todo lo que acusan es mentira. Yo no maté a mi padre. No éramos una familia que no nos lleváramos bien, pero yo nunca lo amenacé”, aseguró ante el Tribunal.
Admitió que desde que se acompañó con Storch la relación con su familia cambió: “Le tenían envidia, celos, y no sé por qué”.
Ya en su alegato, la defensa representada por los abogados Axel Demonari y Alexander Pona requirió la absolución planteando que “no hay evidencia que lo coloque en la escena, ni una sola persona que lo haya visto esa madrugada en el lugar del hecho. No se ha podido probar su autoría o participación por parte de la fiscalía, pero sí se ha demostrado dónde estaba y con quién estaba en el momento del hecho; y no podemos condenar a alguien con deducciones o estimaciones”.
Repartieron culpas
En el primer día del juicio, Ángela Chemes -hija de la víctima y hermana del acusado- ratificó lo que siempre sostuvo el resto de la familia: que el problema de fondo que desató la tragedia tuvo que ver con el maltrato que el acusado y su entonces concubina imponían a sus pequeños hijos.
Además, la testigo aseguró que “no es sólo él el culpable. Él se hace cargo de todo para salvar a su ex mujer, al cuñado y a otra hermana nuestra, Milagros”.
“Mi ex cuñada fue la cabeza de todo”, subrayó, al tiempo que mencionó que desconocen el paradero de Milagros: “Desde hace un año no sabemos nada de ella y también era amenazada por la ‘Porteña’ (en alusión a Storch). Queremos saber si Milagros está viva y dónde”.
Vale mencionar que tanto Milagros Chemes como Alejandro Storch fueron citados al juicio, pero no fueron encontrados por la Policía para las correspondientes notificaciones.
A su turno, Gloria Sanabria -mamá del acusado y esposa de la víctima- hizo un pormenorizado relato de la vida de Juan Ángel, a quien calificó como “buena persona, trabajador, siempre alegre”. La pareja tuvo 15 hijos.
Admitió que en los meses previos al crimen vivieron varias “situaciones incómodas”, tal como calificó a las “discusiones con la señora de él (por su hijo), porque ella quería que se peleen entre los hermanos y le mandaba a él a enfrentarme a mí, pero nunca lo hizo porque decía que no le importaba el chismerío ajeno”.
Señaló que hacía seis meses que el acusado no hablaba con su padre, luego de una situación de violencia en la que el primero intentó agredirlo y ella debió intervenir.
Contó que la madrugada previa al crimen Julio Alberto y la Porteña discutieron fuerte y que ella oró “pidiendo a Dios que calme la cabeza y corazón de mi ex nuera, de mi hijo, para que no peleen tanto”.
Confirmaron mala relación
Sanabria recordó que semanas antes del crimen, su ex nuera amenazó de muerte a su esposo: “Yo a vos te voy a matar, le dijo, apuntándole con el dedo como si estuviera sosteniendo un arma de fuego. Fue la última amenaza que recibió”, negando que su hijo haya amenazado al padre en algún momento, más allá de admitir un par de fuertes discusiones.
“La que amenazaba era ella, de mi hijo nunca escuché, más allá de las dos veces que fue a enfrentar al papá por una serie de malentendidos en los que intervine y terminó ahí”, manifestó la mujer, y en ese punto trajo a escena al hermano de la Porteña, que “vino de Buenos Aires poco antes del hecho y como era menor no lo detuvieron”.
En otro tramo, Sanabria aseguró que la ropa hallada por los investigadores en un balde con lavandina “era del menor, no era de mi hijo”, explicando que llegó a esa conclusión porque “había una alpargata de talle 37 o 38 y mi hijo calza 42”.
Por su parte, ante el Tribunal Carolina Storch, ex pareja del acusado, recordó que la madrugada del crimen “él salió entre 6.25 y 6.30, me dijo que se iba a cobrar, y que no iba a trabajar”, negando la discusión que refirió su ex suegra.
“Como pareja nos llevábamos bien, salíamos los fines de semana, con los chicos era todo alegría en la casa”, dijo, pero aclaró que “con la familia de él no nos llevábamos porque querían que siga el rumbo de ellos, y yo tengo otra forma de crianza, aprendí que hay que estudiar y trabajar, no esperar todo de mis padres, y ellos querían eso, por eso eran los conflictos”.
En un tramo de su declaración, Storch contradijo la versión del acusado, quien minutos antes había dicho que la madrugada del hecho le mandó a uno de sus hijos hasta la casa de sus padres, que estaba al lado, para pedir una pomada porque le dolía la cintura.
“No, no fue ese día que le pidió la pomada a la madre. Ese día no tenía dolor de cintura”, indicó.
Un crimen brutal
A pesar de su edad, Juan Ángel Chemes seguía trabajando y fue así que encontró la muerte. En la madrugada del 18 de marzo de 2022 se dirigía a su trabajo en el Jardín de los Pájaros de Oberá, donde cumplía tareas como empleado municipal.
Según el expediente, alrededor de las 5.15 la víctima salió de su casa y a los pocos metros fue sorprendido por la espalda, le cortaron el cuello y luego fue arrastrado unos 50 metros hacia una zona de malezas, donde horas más tarde hallaron su cadáver casi degollado.
La autopsia precisó que Chemes murió a consecuencia de una herida cortante profunda a la altura del cuello, lo que derivó en un shock hipovolémico, es decir una grave hemorragia.
También presentaba golpes y excoriaciones en diferentes partes del cuerpo, lo que marca el ensañamiento que sufrió. A media mañana un vecino halló el cadáver y avisó a la Policía.
Fotos: Cristian Valdez.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.