Aunque suena increíble, años atrás se hacía un baile donde discapacitados y enfermos eran exhibidos para risa y burla de los espectadores. El evento anual se hacía en sedes rotativas en localidades cercanas a Oberá. Ante una publicación periodística el INADI tomó intervención, pero se quedó en el amague y avaló un último baile. Hoy el presidente Javier Milei quiere eliminar dicho organismo
Esto no es una crónica, es una columna de opinión cargada de la broca e impotencia que me vuelven al recordar el ominoso “Baile de la Feos”, evento anual que se celebraba en sedes rotativas de diferentes localidades cercanas a Oberá.
No sé bien cuántos años duró este engendro que -increíblemente- era financiado por los intendentes de la zona a partir de la iniciativa de un mercenario radial.
Pero sí me acuerdo que en el 2010 vi por primera vez unas imágenes del baile y no podía creer tanto sadismo, tanta bajeza. Gente con evidentes problemas de salud, retraso y hasta secuelas de accidentes eran exhibidos en un escenario para risa de los espectadores.
Es más, diversos municipios se hacían cargo del traslado de sus “representantes” el día del evento. La burla con aval oficial.
Los “feos” bailaban como ponían, con sus limitaciones a cuestas, muchos de ellos sin entender demasiado de qué se trataba, ya que padecían retraso u otras patologías mentales. Pero a nadie le importaba. Eso estaba bien.
Fue una docente de Alvear quien me mostró unas imágenes del evento anterior, y faltaban pocas semanas para que la edición 2010 se realizara en ese pueblo.
Repercusión internacional
Ambos coincidimos en que se trataba de una aberración y en dar parte al INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo), con sede en Posadas.
Ella haría la denuncia y yo me encargaría de visibilizar la cuestión en el diario El Territorio, cosa que hice enseguida. Pero la docente, al final, no hizo la denuncia por temor a represalias, ya que el mismo municipio auspiciaba el “show”. Y se sabe: en pueblo chico, infierno grande.
Pero como salió en el diario, el entonces delegado del INADI Mariano Antón tuvo que salir de su zona de confort, hizo algunas declaraciones típicas de burócrata y hasta se habló de suspender el baile… pero se quedó en el amague.
Mientras tanto la nota de El Territorio copó medios de todo el país y llegó hasta España, donde el diario el Mundo se hizo eco del escándalo.
Como contrapeso, todos los intendentes de la zona y sus aliados mediáticos minimizaron la cuestión y hasta lograron que se hiciera una última edición bajo el nombre “Baile de los Feos y Desfile de los Valientes”, título más que pretensioso para algo tan rastrero.
Último baile por tibieza del INADI
El 9 de octubre de 2010, el tinglado municipal de General Alvear fue escenario del evento y sólo dos parejas participaron en la elección de los más feos, ambas arriadas por nefastos intendentes de la zona.
En lo único que se metió el INADI fue en el sistema de elección, que fue sorteo y no por jurado, como había sido hasta entonces. Es decir, el organismo nacional avaló un espectáculo creado para burlarse del prójimo.
Recuerdo que después de los aplausos y los flashes, charlé con los “ganadores”, quienes se mostraron contentos por los halagos, aunque ninguno pareció tener demasiada conciencia de lo que habían vivido minutos antes ya que padecían diversos grados de discapacidad.
Por eso mismo (como cerré mi crónica de entonces) fue difícil saber si disfrutaron realmente esa noche o se sintieron como tristes marionetas.
Fue un último baile lamentable e innecesario, una alevosa y cruel demostración de la inutilidad del INADI, organismo que hoy el gobierno nacional pretende eliminar y estoy de acuerdo, no sólo por el hecho relatado, sino porque en otras ocasiones que me constan la burocracia y la tibieza se comieron a las buenas intenciones y las causas terminaron archivadas.
.
.
Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.