Carlos Centurión llegó al mundo Celeste en 2006 por casualidad y fue protagonista de grandes hitos del básquet local. “En el primer partido, por Liga C en 2006, los pibes se dieron cuenta de que no sabía nada y me pidieron la camiseta del aquero”, contó el Mini
En las fotos de los equipos de los grandes logros de las últimas dos décadas del Oberá Tenis Club -como los ascensos a la Liga B y el TNA, y el título del Súper 4 de la Liga Argentina- se repite un solo personaje. Y no es jugador ni entrenador ni dirigente: es Carlos Centurión (57), el “Mini”, ex utilero y siempre colaborador del club.
A pesar de su 1,60 metro de altura en un entorno donde los lungos mandan, su carisma y predisposición hacen imposible que pase desapercibido, siempre alegre, arengando y positivo.
Dueño de mil anécdotas, reconoció que llegó al mundo Celeste casi por casualidad y no tenía idea la más remota idea de lo que era el básquet.
“En el primer partido, por liga C en 2006, los pibes se dieron cuenta de que no sabía nada y me pidieron la camiseta del aquero. Me volví loco buscándola, revisé todo y no estaba. Esa me la hicieron bien. Fue mi bautismo”, recordó entre risas.
Fue utilero del equipo que en 2006 dirigió Juan José “Huevo” Bidarra en el Campeonato Argentino de Clubes (ex Liga C) y logró el ascenso a la Liga B.
Para la categoría superior contrataron como DT a José Luis Pisani y en la segunda temporada, en 2008, se dio el ascenso al Torneo Nacional de Ascenso (actual Liga Argentina).
“Lo que eran esos partidos en el Complejo Municipal, no entraba un alfiler”, rememoró emocionado el Mini.
El oriundo de Buenos Aires contó que en el 2000 vino de paseo a Oberá y nunca más se fue. Tampoco nunca imaginó que recorrería el país como utilero de OTC, club que considera como su segunda casa.
Inicios y anécdotas
Su vínculo con el Celeste surgió por intermedio de Luis “Gringo” Pizzutti, quien en 2006 colaboraba como utilero del equipo.
“Yo laburaba y todavía laburo con el Gringo en pintura. Un día me dijo que vaya a una casa de deportes y que me compre un buzo, porque íbamos a Chaco con OTC. Él era el utilero, pero aprovechó que fui y salió a pasear, entonces tuve que encargarme y no tenía idea de básquet. Ese día los pibes me pidieron la camiseta del arquero, del 2 y del 3. Después lo quería matar al Gringo”, relató reviviendo su debut.
Ese mismo día, lo apodaron Mini, cuando el entonces jugador “Javier Sánchez dijo ‘che, trajeron uno de mini’, y ahí quedó”, mencionó.
Lejos de la buena actualidad de OTC, consolidado en la máxima categoría del básquet argentino con una estructura profesional, sus inicios fueron épocas de vacas flacas y muchas veces había que improvisar sobre la marcha.
“No había plata, si los jugadores de afuera dormían en la clínica del presidente Derna”, explicó.
Ya en Liga B persistían las limitaciones y recordó el debut en La Rioja, cuando recibieron la indumentaria cuando los jugadores hacían el calentamiento previo.
“Otra vez estábamos en Córdoba y resulta que falleció el padre del concesionario del restaurante que habían contratado, entonces compraron una caja de pollo y mientras se jugaba el partido me dejaron a mí que prepare la comida, pero no había luz. Mejor ni te digo cómo salió ese pollo”, reconoció tentado.
Hasta la llegada de Pisani, en Liga B, Mini Centurión hacía las veces de utilero, pero seguía trabajando en pintura, por lo que a veces no podía viajar con el equipo.
En ese punto, destacó que el DT fue quien le gestionó un sueldo que le permita dedicarse a lleno al club. “Ahí me hice profesional”, contó con un tono de satisfacción.
Muchas alegrías
Lo que siguieron fueron lindas épocas con el ascenso al TNA y la inauguración del estadio de OTC, ya que hasta entonces el equipo jugaba de local en el Polideportivo Ian Barney.
También cosechó innumerables satisfacciones personales, como participar como utilero en selecciones de Misiones bajo el mando de Huevo Bidarra. Asimismo, fue partícipe de varios títulos de Liga Provincial con diferentes categorías del OTC.
Atesora la camiseta que José Fabio le regaló tras la consagración en Liga C, a esta altura una reliquia por tratarse del último gran ídolo del básquet obereño.
Con otro pivote, el mendocino Pablo Rizzo, lo une una gran amistad y muchas anécdotas que trascienden lo deportivo.
Mini fue el utilero “titular” hasta el 2012, cuando consiguió un cargo como portero de escuela por las gestiones de Marilú Leverberg y el ex dirigente Alberto Noguera, destacó agradecido.
De todas formas, nunca cortó el vínculo con OTC -ni el trabajo en pintura- y cada vez que el equipo juega como local está a cargo de secar la cancha, una tarea imprescindible.
“Pasaron presidente y comisiones, pero jamás me dejaron tirado. El club está muy consolidado, en su mejor momento. En estos últimos años creció 1000%. La gente que viene de afuera o hace rato no va al club, llega y se sorprende por lo lindo que está. Se trabaja muy bien, con mucho profesionalismo. Para mí, es como mi segunda casa”, destacó el querido Mini.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.