En 1920, ocho años antes de la fundación, se celebró la primera misa católica en Oberá. La liturgia era coronada por una imagen de San Antonio traída de Italia por Ernesto Bárbaro. Ahora, mediante un comodato, sus herederos cedieron la imagen a la Catedral. Un gesto de gran generosidad de la familia, a pesar del poco respaldo social que tuvieron en el reclamo por justicia por el brutal homicidio de Marilyn Bárbaro, registrado hace 20 años
Si bien Oberá fue fundada el 9 de enero de 1928, casi una década antes los primeros inmigrantes católicos ya celebraban misa rodeados de la inmensidad de la selva misionera. La precariedad de entonces contrastaba con el brillo de una imagen de San Antonio de Padua traía desde Europa por el inmigrante italiana Ernesto Bárbaro y su esposa Juditta.
Fue así que la primera celebración cristiana de la cual se tiene registro en Oberá data de 1920 y se realizó en la casa de la familia Bárbaro, la cual ese mismo año se asentó en la zona y fue protagonista de la historia local.
La imagen de San Antonio coronó centenares de casamientos, bautismos y comuniones. La misma imagen que ahora, con enorme generosidad, la familia Bárbaro cedió temporalmente para que sea exhibida en la Catedral.
La entrega se oficializó este jueves al conmemorarse el día del Santo Patrono de Oberá y la centenaria imagen quedará expuesta para los fieles y el público en general.
Según evocó la recordada Juana “Ticha” Bárbaro en una entrevista en 2014, antes de partir hacia América sus abuelos Ernesto y Juditta pasaron por Padua para pedir la bendición del Santo y con profunda devoción se comprometieron a levantar una capilla en su nombre apenas se asentaran en su nuevo hogar.
“La abuela Juditta había heredado un collar de oro que tenía una cadena gruesa como un dedo y que daba cinco vueltas a su cuello, y prometió donarlo para la construcción de una capilla en honor a San Antonio. Por eso, a pesar de las complejidades de la vida cotidiana en el monte, ni bien se instalaron ya empezaron a trabajar para cumplir con la promesa”, relató Juana, ya fallecida.
Tesoro familiar
En aquellos años, con enorme sacrificio un sacerdote llegaba desde la localidad de Bonpland para celebrar las misas que se realizaban en la casa de la familia Bárbaro, en lo que actualmente es la esquina de calle México y avenida Italia de Oberá.
La devoción de don Ernesto era tal que todos los 22 de diciembre cosechaba sus primeras uvas y las ofrendaba a la iglesia.
“Nosotros éramos chicos y sabíamos que no podíamos tocar las uvas hasta que el sacerdote recibiera la ofrenda en un canasto de mimbre que también fabricaba el abuelo. Así de fuerte era el lazo que tenía con su iglesia”, relató Juana.
Tras contactos con el obispo de Corrientes, monseñor Vicentín, en 1932 arribó a Oberá el padre Juan Tomala, el primer sacerdote católico que se asentó en la ciudad.
Con la inauguración del templo, la imagen del Santo quedó en resguardo de la familia Bárbaro, la cual ahora cedió la misma a través de un comodato.
Así, un verdadero tesoro familiar puede ser compartido con la comunidad toda como lo que es: un ícono de la historia de Oberá.
Un gesto de gran generosidad de los herederos de Ernesto y Juditta, a pesar del poco respaldo social que tuvieron en el reclamo por justicia por el brutal homicidio de María Elena “Marilyn” Bárbaro, registrado hace 20 años en la casa de México e Italia.
Un crimen que involucró a hijos del poder (ninguno de los cuales fue condenado) y que tuvo una parodia de juicio y sentencia. A pesar de todo, los Bárbaro siguen aportando a la sociedad obereña, tal como lo hacen desde hace más de cien años.
.
.
Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.