Aseguró que el Pombero lo ató en el monte y logró sobrevivir once días sin comer

Hace tres años, don Carlos Simon protagonizó una historia sorprendente. Se perdió en el monte y sobrevivió once días sin comer. Sólo tomó agua y mascó tabaco. “Fue el Pombero. Un hombrecito petiso, de gorra y bastón. Me ató los pies y quería mi tabaco, pero no le di. Por eso me dejó en el monte”, contó  

“Muchas cosas no me acuerdo ni sé cómo me perdí. Me di cuenta y estaba en el medio del monte, descalzó porque perdí mis zapatos. Quería volver a casa pero no encontraba el camino ni trillo. Caminé, caminé y quedó de noche. Me acuerdo que hizo frío, que llovió”, precisó entonces don Carlos Simon, quien hace tres años protagonizó una historia sorprendente.

Durante largos once días, su familia, vecinos y autoridades de Alberdi lo buscaron por montes y colonias, hasta que finalmente fue encontrado a unos ocho kilómetros de su casa, recostado sobre unas ramas, a orillas del arroyó Chapá.

“Para mí es un milagro que papá esté vivo. Cómo aguantó tantos días sin comer”, se preguntó su hija Mariana, al tiempo que ponderó: “Apenas se raspó un poco las piernas. Nada más. Tuvo un Santo aparte”.

Ahí don Simon apuntó al autor de su infortunio: “Fue el Pombero. Un hombrecito petiso, de gorra y bastón. Me ató los pies y quería mi tabaco, pero no le di. Por eso me dejó en el monte”.

Mariana siguió atentamente el relato que ratificó lo que tantas veces escuchó en ronda de mate, ya que en la colonia es habitual contar “casos” de seres míticos.

Es más, antes de encontrar a su papá un curandero de la zona les dijo: “Lo van a encontrar vivo, al lado del agua”.

Coincidencia o milagro, pero sucedió tal cual. Dos días después, alrededor de las 15.30, un sobrino de don Simon fue el primero en divisarlo y, tras un primer golpe de ojo, creyó que no respiraba.

“Ya no tenía fuerza para caminar porque no comí nada en once días. Sólo tomé agua y naquié (mascó) mi tabaco en cuerda que tenía en el bolsillo. Estaba recostado en la sombra y me dormí. En un momento pensé que estaba soñando que me llamaban, pero había sido que era mi sobrino que me encontró. Ya era hora, le dije todavía”, comentó con una sonrisa a medias.

Don Simon e su casa de Alberdi

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