El muchacho de 23 años consume desde los 13 y cometió varios delitos. “Quiero internarlo, pero desde la justicia dicen que no es peligroso. Eso hasta que mate a alguien”, alertó su papá, Diego Maciel. Descarnado testimonio de un drama que parece incontrolable
La tristeza y el dolor opacan la mirada de Diego Maciel (42), quien decidió contar su calvario como última alternativa para salvar a su hijo, un joven de 23 años que desde los 13 consume drogas.
El padre no ocultó nada y reconoció que el muchacho ya cometió delitos contra la propiedad para pagar su vicio.
“Mi hijo está perdido en la droga y siento que ya no puedo hacer más nada, pero por lo menos quiero contar lo que nos pasa como un último intento para ver si alguien nos ayuda. Quiero internarlo, pero desde la justicia dicen que no es peligroso. Eso hasta que mate a alguien, recién ahí va ser peligroso; pero va ser tarde y, en vez de internarlo, lo van a meter preso”, reflexionó Maciel.
Reconoció que su temor es que su hijo “lastime a alguien o lo lastimen, porque cuando necesita droga se desespera. Normal es un chico bueno, pero la droga lo transforma”.
También es cierto que en Oberá, la segunda ciudad de la provincia, no existe un espacio público de internación para recuperación de adictos, por lo que los pacientes son derivados a centros de Posadas.
“No quiero bajar los brazos”
Maciel se mostró muy afectado por la situación que padece su hijo y, a la vez, toda la familia, ya que “lo peor que te puede pasar como padre, hermano o lo que sea, es tener un pariente adicto”.
“Ya no sé más que hacer, pero no quiero bajar los brazos. No le puedo dejar solo a mi hijo. Pienso que se puede recuperar, pero necesitamos que nos ayuden”, remarcó.
Precisó que el muchacho consume desde los 13 años, por lo que lleva una década preso de las drogas: marihuana, cocaína, pastillas, pegamento, alcohol. Un combo fatal.
Al respecto, con el optimismo de un padre, mencionó que “Dios debe tener un propósito para él, porque todos sus amigos están en la cárcel por condenas graves. Mi hijo estuvo preso en comisarías por algunos robos, pero nunca nada grave, hasta ahora. Por eso ruego que nos den una mano para no llegar al límite”.
Mencionó que hace poco un amigo suyo le dio un trabajo a su hijo, pero el muchacho le terminó robando y él mismo radicó la denuncia, con el enorme dolor que significó eso.
“Yo le metí preso a mi hijo por el robo a mi amigo. Yo no le apaño, si hace algo malo que pague. Lo único que pido es la posibilidad de internarlo para que se recupere. Yo soy humilde, trabajo para el día a día y no puedo pagar un centro privado, como hace la gente que tiene recursos”, precisó.
Pero hoy por hoy, la adicción gobierna la vida de su hijo: “Le habían conseguido un plan de once mil pesos y él quería una motoguadaña para podar. Hice el esfuerzo y le compré una en dos pagos, pero a los pocos días vino un vecino y me avisó que mi hijo estaba ofreciendo para la venta”.
Droga en cada esquina
Maciel recordó que a través de la Pastoral de Adicciones su hijo fue derivado a la Fundación Reto a la Vida, de Posadas, pero el primer día se dio el alta solo, ya que se trata de una persona mayor de edad. Algo similar sucedió cuando acudieron a Manantial, también en la capital de la provincia.
“Tendría que haber algo en Oberá y que la justicia obligue a cumplir el tratamiento. Así como está planteado el sistema, el único tratamiento obligatorio es cuando se comete un delito grave, pero para eso ya se arruinaron dos familias”, opinó.
Asimismo, alertó que “en cada esquina de Oberá hay drogas, y no podés hacer nada. Los padres y familiares de adictos tenemos mucha impotencia por lo que pasa, pero parece que las autoridades no se dan cuenta de nada. Yo trabajé toda la vida y traté de educar bien a mi hijo, aunque no alcanzó con eso. Pero pienso que todavía puede salir adelante. No pierdo la fe”.
Por otra parte, ponderó la tarea que viene realizando la Pastoral de Adicciones, al tiempo que destacó la figura del obispo Damián Bitar, a quien reconoció como “una persona que me ayudó mucho con mi hijo, haciendo más de lo que está a su alcance”.
Precisamente, desde hace varios años monseñor Bitar viene denunciando el avance de las drogas y las adicciones en Oberá y la zona Centro. Valentía y compromiso para ponerle voz a un flagelo que parece incontrolable.
Tampoco es un dato menor que desde el propio Colegio Farmaceútico de Misiones alertaron que en farmacias de Oberá se comercializan distintos ansiolíticos del grupo de las benzodiacepinas sin recetas, lo que motivó la intervención de las autoridades sanitarias provinciales para extremar los controles.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.
Ojalá las autoridades le escuchen no haya más otro joven muerto; como ocurrió hace poco luego culpan ala policía