Doña Yenni Da Silva mantiene intacta la memoria de su hijo mayor, Alfredo Gregorio, caído en la guerra de Malvinas. Para la familia el 2 de abril es una fecha de sensaciones encontradas. Por un lado, agradecen los homenajes; pero al mismo tiempo sufren la ausencia
“El 8 de junio me escribió la última carta. Decía que estuvieron en el pozo (trinchera) durante 41 días, que en ese momento estaban de vuelta en Puerto Argentino y todavía no sabían cuál sería el próximo destino. En todas las cartas decía que estaba bien, aunque sé que lo decía para dejarme tranquila. Y repetía que pronto nos volveríamos a ver”.
Imposible no conmoverse con las palabras de doña Yenni Da Silva (81), madre del soldado Alfredo Gregorio, caído en las Malvinas bajo fuego de metralla enemiga en la batalla del Monte Tumbledown, apenas horas antes de la rendición argentina.
Alfredo fue el mayor de once hijos que tuvieron doña Yenni y su esposo Juan Gregorio, ya fallecido, quien en 1991 viajó por primera vez a las Islas acompañado por sus hijos Silvio Orlando y Juan Carlos.
Don Juan viajó tres veces a visitar la tumba en el cementerio de Puerto Darwin, pero ella nunca fue porque el frío podría afectar sus problemas pulmonares, según su médico.
En cambio, atesora un recorte de diario -pegado en el vidrio la alacena de la sala- que rememora el viaje de su esposo e hijos a las Malvinas en 1991.
Para doña Yenni y su familia el 2 de abril es una fecha de sensaciones encontradas. Por un lado, agradecen los homenajes; pero al mismo tiempo sufren la ausencia.
“Alfredo murió el 13 de abril, pero recién en diciembre nos confirmaron su muerte. El día que vinieron los del Ejército yo me sentía rara, y cuando vi los autos, ya supe. No quería salir. No quería escuchar lo que venían a decir”, recordó.
Su hijo Juan Carlos reconoció que “el 2 de abril es como rascarse una herida que tiene cáscara, pero que nunca va a cicatrizar”.
Semblanza del héroe
Alfredo Gregorio se crio en Los Toros, municipio de Florentino Ameghino, donde desde pequeño aprendió las duras labores de la chacra, al tiempo que por ser el primogénito tuvo que ayudar a cuidar a sus hermanitos.
“Siempre fue un chico bueno y alegre, por eso tenía muchos amigos”, contó doña Yenni.
A su lado, Juan Carlos recordó que “jugábamos al fútbol, le encantaba la pesca y tocar la guitarra y cantar. Pensar que estaba por terminar la colimba cuando empezó la guerra y se tuvo que ir”.
Incluso, mencionaron que el 2 de abril de 1982, cuando comenzó el conflicto bélico, Alfredo estaba en la casa de sus padres disfrutando de su último franco de 21 días antes de la baja.
“Me dijo: ‘mamá, mientras que usted cocina y hace las cosas, tenga la radio prendida para ver si nos llaman a la guerra’, mientras él aprovechó un par de días para visitar a sus amigos del pueblo”, contó doña Yenni.
Gregorio pertenecía al Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros, Corrientes, dependencia que ofrendó a 22 de sus integrantes en el conflicto con los ingleses.
Según el testimonio de combatientes y registros oficiales, el oriundo de Ameghino falleció por una ráfaga de ametralladora en la recordada batalla de Monte Tumbledowm.
Aquel enfrentamiento con las tropas enemigas duró dos días, entre el 13 y el 14 de junio de 1982, cuando los británicos avanzaron sobre las últimas posiciones argentinas que quedaban en su camino a Puerto Argentino.
Apenas un puñado de soldados argentinos resistió en la posición con gran heroísmo, a pesar que el enemigo contaba con muchos más recueros.
Recuerdo vivo
El 14 de junio el mando argentino firmó la rendición, pero recién en diciembre la familia Gregorio fue notificada del deceso, por lo que durante seis meses convivieron con la incertidumbre de saber si Alfredo estaba vivo o no.
“Primero nos dijeron que los soldados se quedaron en Malvinas como prisioneros de los ingleses para desarmar bombas. Más tarde que estaba desaparecido. Recién en diciembre llegaron con un Falcón y un jeep y nos dijeron que nuestro hijo estaba muerto. Fue el día más triste de mi vida”, señaló apesadumbrada.
Juan Carlos, dos años menor que Alfredo, mencionó que Aldo Rico, jefe de comandos en Malvinas, los visitó dos veces en la chacra: “Vamos a volver a las Islas, nos decía”.
Y si bien Alfredo no volvió a casa, doña Yenni sostiene intacta su memoria con un gran cuadro del soldado uniformado coronando la sala de la casa.
“Lo único que pido es que no se olviden que dio su vida por la patria. Tengo una nieta que se llama Malvina y otra Soledad, y un nieto Alfredo, todo en recuerdo de él”, mencionó orgullosa.
Durante los dos meses que combatió en las Malvinas, Alfredo le escribió cuatro cartas a su familia. El 8 de junio firmó la última: “Yo estoy bien, aunque pasamos un poco de frío. Los ingleses están atacando mucho y están muy cerca, pero tengo esperanza que vamos a ganar y voy a volver para darles un abrazo fuerte…”, dice la misiva.
Alfredo Gregorio no pudo cumplir con su deseo de volver a casa para reencontrarse con sus afectos. No regresó físicamente y lo extrañan todos los días, pero su recuerdo perdura en el amor de sus seres queridos y por su entrega a la Patria.
Cuatro obereños en el bronce la historia
Además de Alfredo Gregorio, otros tres obereños ofrendaron sus vidas en Malvinas.
-Carlos Eduardo Krause: fue un aviador militar que con el grado de capitán de la Fuerza Aérea, falleció en acción de combate el 1 de junio de 1982, cuando el Hércules que tripulaba en misión de exploración y reconocimiento fue derribado por una patrulla aérea de combate. Fue ascendido post mortem a mayor y condecorado post mortem con la Medalla al Valor en Combate. El gobierno de la Nación Argentina lo incluyó en el listado de los “héroes nacionales”, fallecidos en combate en la guerra de las Malvinas.
-Saturnino Sanabria: marino de carrera y apasionado por el mar. Falleció el 2 de mayo de 1982, en el hundimiento del ARA General Belgrano. El nombre del obereño figura entre las 323 víctimas de aquel ataque del submarino inglés HMS Conqueror. El obereño tenía el rol de combate timonel.
-José Luis Ríos: hizo el servicio militar y siguió la carrera militar. Tenía 27 años cuando viajó a Malvinas. Falleció en la batalla de Pradera del Ganso, considerado el primer gran enfrentamiento terrestre de la guerra de Malvinas, que se concretó entre el 27 y 29 de mayo de 1982. Ríos murió por una esquirla de mortero. En el barrio de Villa Svea, donde nació, una calle lleva su nombre y lo recuerda un busto.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.